Escrito por Juan David Ospina
Ser joven hoy es todo un reto, y ser joven rural lo es aún más. A veces cargamos con estigmas, con la idea de que no sabemos lo que queremos, de que el campo se queda atrás. Pero quienes hemos crecido entre montañas, cultivos y familias luchadoras sabemos que desde lo rural también se sueña y se transforma.
Soy Juan David Ospina, joven, padre, líder y edil del corregimiento El Totumo. Esta columna nace con un propósito claro: abrir un canal directo con mi comunidad, contar lo que hacemos, lo que nos mueve, pero también lo que nos duele. Porque el liderazgo real se construye desde la verdad y desde la cercanía.
Ser edil ha sido una de las experiencias más desafiantes de mi vida. No solo por la responsabilidad que conlleva, sino porque hacerlo desde la ruralidad implica vencer barreras históricas: la falta de oportunidades, la desconexión institucional, los estereotipos. Pero también ha sido profundamente gratificante. Hoy, cada paso que doy lo hago con la certeza de que represento a quienes muchas veces no han sido escuchados.
Ser joven rural es tener que demostrar dos veces que sí se puede. Es saber lo que cuesta un cuaderno, una conexión a internet o una visita médica. Pero también es vivir con esperanza, con la fuerza del territorio, con el valor de quienes siembran, cuidan y resisten.
Desde esta primera columna quiero decirles que estoy aquí para servir, para proponer, para hacer equipo. Mi compromiso va más allá de un periodo electoral: nace del amor profundo que le tengo a mi gente y a la convicción de que sí podemos construir un mejor presente desde lo local.
Y a quienes aún dudan del poder de la juventud rural, les digo: aquí estamos. Con las botas puestas, la mirada firme y el corazón lleno de ganas.
Esto apenas empieza.
Gracias por caminar conmigo.
